LA PAZ (Mythyl S. Antezana Terceros / Opinión Bolivia).- “Ahora vayan a tomarse un litro de leche cada uno para desintoxicarse”, recomienda un alto funcionario policial al grupo de la Unidad de Bomberos que acudió a un incendio a más de 70 kilómetros de la ciudad, donde un camión que transportaba material explosivo se encunetó y provocó un incendio en noviembre del año pasado. Cerca de la media noche el personal se retiró del lugar tras más de dos horas de inhalar los gases tóxicos, algunos con mareos, otros con
ganas de vomitar y una gran mayoría sin nada de dinero para comprarse la leche. Uno de los bomberos contó que había gastado todo su dinero en la cena de la noche y sólo tenía para su taxi hasta su domicilio y que ni siquiera le alcanzaba para su “coquita” que siempre compra para aguantar toda la noche despierto y alerta ante cualquier llamada de emergencia. “Nos tenemos que aguantar cualquier malestar, es parte de nuestro trabajo”, comentó. LO ECONÓMICO Como en este caso, muchos efectivos policiales ni siquiera tienen para comprar estos alimentos que son necesarios para pasar dos días de turno en la Unidad de Bomberos e incluso para lavar sus prendas de vestir en este lugar. Cada uno estima que gasta entre 20 y 25 bolivianos cada día en estas pequeñas cosas y que haciendo algunos cálculos terminan pagando por trabajar. El gasto es mayor cuando tienen que acudir a rescates de cuerpos, accidentes de tránsito o búsqueda, como en el caso de las niñas en la laguna de Coña Coña. “A veces debemos cambiarnos tres a cuatro veces al día de ropa y como no tenemos suficientes prendas las lavamos en el trabajo”, contó uno de los efectivos. UN ERROR En otro caso el cabo Suxo, quien fue destinado recientemente a la Fuerza de Tarea Conjunta (FTC) en el Chapare, resultó herido durante el incendio en una fábrica de colchones en la localidad de Sacaba. Al parecer el propietario de esta empresa no les avisó a los Bomberos que en el interior había sustancias químicas y tóxicas por lo que el funcionario policial quedó inconsciente cuando cumplía con su trabajo. Otro de sus compañeros, un voluntario de esta unidad, también resultó herido. La reacción de sus compañeros habría sido trasladarle inmediatamente al hospital más cercano donde recibió la atención oportuna y pudieron salvarle la vida. Tras su recuperación tuvo que cubrir con los gastos médicos, toda vez que los policías tienen seguro en la Caja Nacional de Salud (CNS) y cualquier atención en otros nosocomios corre por su cuenta. Quienes estuvieron ese día en el siniestro admitieron haber cometido un error al llevarlo a otro hospital que no fue la Caja pero dijeron que por la emergencia primero pensaron en la vida de su compañero antes que en el seguro. CON SUERTE Uno de los últimos hechos lamentables es del cabo Nicolás Santa Cruz, quien tras varios días de búsqueda del cuerpo de las tres niñas que se ahogaron en la zona de Trojes, estuvo a punto de perder la pierna. Un día se dio cuenta que notó la aparición de ronchas en la extremidad inferior que las rascó hasta que quedaron infectadas y cuando no aguantó más el dolor fue trasladado a la CNS. En este lugar el médico le dijo al efectivo policial que si hubiera esperado un día más podía haberle provocado gangrena y perder la pierna. Afortunadamente ya fue dado de alta y se recupera en su casa. Entre tanto los voluntarios del SAR de la Fuerza Aérea Boliviana (FAB) y Bolivia, presentaron algunos síntomas de resfrío producto de las permanentes sumersiones en la laguna y los rescates de cuerpos arrastrados por el agua.

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